Son patologías causadas por bacterias que afectan a los tejidos que sostienen a los dientes.
Hay dos grandes grupos.
- Gingivitis: se afecta e inflama sólo la encía de forma reversible. El sangrado es su señal de alerta. Si no se trata de forma adecuada y se dan otros factores (genéticos, ambientales, locales…), puede derivar en periodontitis (vulgarmente conocida como “piorrea”).
- Periodontitis: infección profunda de la encía y del resto de tejidos que sostienen el diente (hueso alveolar, cemento y ligamento periodontal). Es una destrucción irreversible y, al crearse una bolsa periodontal que acumula bacterias, puede favorecer la progresión adicional de la enfermedad y provocar pérdida dentaria. También puede repercutir en la salud general: aumento del riesgo cardiovascular, diabético o partos prematuros.
En adultos de entre 35-44 años, sólo el 14,8% tiene las encías sanas. El 59,8% padece gingivitis y el 25,4% periodontitis. En personas mayores de 65-74 años, sólo el 10,3% tiene las encías sanas; el resto sufre algún tipo de enfermedad periodontal. El 51,6% padece gingivitis y el 38% también periodontitis.
En mayores de 35 años, más de la mitad de la población tiene gingivitis y una de cada tres personas periodontitis.
Puede haber dos tipos de consecuencias: locales (en la boca) y sistémicas (en el resto del cuerpo). En la boca, el efecto más importante es la pérdida de dientes; también puede causar sangrado de encías, mal aliento, retracción, movilidad de dientes, dolor (aunque no es frecuente), etc.
En el resto del cuerpo, la presencia de gran cantidad de bacterias debajo de la encía favorece su paso a la sangre, lo que puede afectar a otras zonas del organismo: aumento del riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, partos prematuros, descompensación de diabetes…
Son infecciones causadas por bacterias situadas debajo de la encía, entre ésta y el diente. La acumulación de bacterias (placa bacteriana) produce la inflamación de los tejidos adyacentes o gingivitis (inflamación de la encía). Siempre que haya placa bacteriana, habrá algún grado de gingivitis.
La periodontitis también es causada fundamentalmente por las bacterias. Sin embargo, para que la gingivitis derive en periodontitis, son necesarios más factores:
- Bacterias más patógenas.
- Factores genéticos.
- Estrés, consumo de alcohol, sobrepeso y, sobre todo, el tabaco.
- Enfermedades del resto del cuerpo, como la diabetes, la osteoporosis, inmunodepresión o infecciones frecuentes por virus.
- La ingesta de ciertos medicamentos, que producen un aumento en el volumen o en la respuesta inflamatoria de la encía.
- Los malos hábitos de higiene de la boca, junto con la ausencia de cuidados profesionales.
- Presencia de dientes mal colocados, empastes desajustados…
Son enfermedades que no suelen causar dolor o molestias in¬tensas. El síntoma habitual es el sangrado espontáneo o durante el cepillado, aunque en pacientes fumadores es menos claro. También puede aparecer pus en la encía, mal sabor o mal olor de boca, enrojecimiento o retracción de las encías, aspecto de di¬ente más largo, aparición de espacios interdentales, cambios de posición de los dientes, hipersensibilidad a cambios térmicos (sobre todo al frío), dolor, movilidad de los dientes…
Un diagnóstico de certeza sólo lo puede realizar el den¬tista: mediante un instrumento denominado sonda, evalúa si los tejidos periodontales están inflamados superficialmente (gingivitis) o si se ha producido una pérdida de los tejidos de soporte (periodontitis). Habitualmente, también se realizan radiografías para confirmar el diagnóstico.
La mejor manera es mantener una correcta higiene bucal, aunque en personas predispuestas, a pesar de una correcta higiene, puede desarrollarse la enfermedad. Dicha higiene se debe acompañar de revisiones periódicas por el dentista, quien puede realizar un diagnóstico precoz de la enfermedad, caso de aparecer.
Para controlar la placa bacteriana, se dispone de dos métodos:
- Mecánicos: incluyen el cepillo, el hilo dental o los cepillos interdentales.
- Químicos: colutorios para enjuague, dentífricos o geles, sprays, productos antisépticos que ayudan a controlar las bacterias de la placa…
Una adecuada higiene oral debe llevarse a cabo después de cada co¬mida. Además, es necesario revisarse de forma periódica con su dentista, quien comprobará la situación, ya que la detección precoz de los problemas periodontales simplifica su tratamiento.
En la gingivitis, es necesario limpiar las bacterias eliminando la placa dental y el cálculo dental (denominado tártaro o sarro, que es placa mineralizada) mediante la profilaxis profesional (“limpieza de boca”). Además, es fundamental explicar cómo se deben cepillar los dientes y encías para mantenerlos limpios y que no vuelva a aparecer la gingivitis.
El tratamiento de las periodontitis se organiza en dos fases:
- En la primera o fase básica, se eliminan las bacterias de las bolsas periodontales mediante un raspado y alisado radicular (vulgarmente: “curetaje”), que incluye limpiar las bacterias, la placa y el cálculo de las raíces de los dientes. A veces, se acompaña del uso de antibióticos.
- La segunda fase o cirugía periodontal sólo es necesaria en las enfermedades agresivas o avanzadas: consiste en acceder a las bolsas periodontales profundas. Además, y ocasionalmente, pueden aplicarse de manera localizada técnicas de regeneración del hueso perdido.
Acabado el tratamiento activo, la enfermedad debe estar controlada. Pero en este momento, comienza una etapa fundamental: la fase de mantenimiento, que es la única manera de conseguir controlar la periodontitis a largo plazo.
El tratamiento en dos fases, básica y quirúrgica, permite controlar la infección periodontal, pero las bacterias tienden a reinfectar la bolsa periodontal desde otras zonas de la boca y, si no se actúa convenientemente, la enfermedad vuelve a presentarse pasados unos meses.
Por eso, en las visitas de mantenimiento, el profesional realiza una serie de actuaciones: comprobación de la situación clínica de cada diente, valoración de la higiene bucal y eliminación del cálculo y bacterias. En resumen, el mantenimiento periodontal no es solamente una profilaxis profesional (“limpieza de boca”), sino que incluye una actuación médica adaptada a las necesidades de cada paciente.
La frecuencia del mantenimiento depende de cada caso, aunque suele ser una visita cada 3 o 6 meses.
Son procedimientos quirúrgicos periodontales utilizados para aumentar el tamaño de las encías, corregir defectos en su morfología, posición y/o cantidad y en el hueso adyacente a los dientes o implantes.
Indicaciones habituales:
- Recesión de las encías
- Encía adherida insuficiente
- Eliminación de los frenillos
- Eliminación de la inserción muscular
- Excesivo desarrollo de la encía
- Insuficiente altura clínica de la corona
- Tratamiento previo de la encía ante una rehabilitación protésica
- Nivelar los márgenes de la encía
Algunas lesiones con pérdida del hueso pueden repararse mediante una cirugía mínimamente invasiva que, mediante la aplicación de materiales o sustancias, persigue la regeneración del hueso perdido y del resto de estructuras que soportan el diente. La regeneración se produce dentro de la encía, por lo que la persona no la percibe.
Ahora bien, no en todas estas lesiones se puede aplicar este tratamiento, ya que deben presentarse unas características específicas y no se puede realizar a todos los pacientes.
Por tanto, no es posible regenerar todo el tejido perdido cuando la pérdida es uniforme y sin socavones.